7 de marzo de 2020

Política de descuentos

Una de las razones por las que hago descuentos a particulares es porque el IVA del 21% me parece muy injusto, especialmente cuando un cliente necesita muchas traducciones para algún trámite administrativo.

Una traducción conlleva mucho trabajo que no se ve, parte de él es administrativo, y otra parte, muchas veces, es el tiempo que lleva tanto preparar el documento para su traducción. Y otra parte del tiempo se la lleva el trasladar el formato del documento original a la traducción. Los programas modernos de edición de texto permiten reproducir hasta cierto punto los formatos del original, pero eso conlleva bastante tiempo de "maquetación" y conocimientos y pericia por parte del traductor de procesos que no tienen nada que ver con la traducción. 

Por otra parte, tenemos el tema de la facturación y la recaudación de impuestos. El traductor autónomo, como todos los profesionales, tiene también una función de recaudador de impuestos por parte del estado, y ese trabajo también cuesta tiempo e incluso dinero. El IVA es un impuesto cuya recaudación es impuesta al profesional, o a las empresas, si se contrata con una agencia de traducción, por el estado.

No hay ninguna razón objetiva por la cual el estado no pudiera prestar servicios de traducción, aunque fuera pagando tasas para evitar abusos, desde la propia administración para todo lo relacionado con ella: registros civiles, justicia, minsterios de trabajo, seguridad social, etc. Y saldría más barato para el ciudadano. Pero se ve que no interesa.

No hago descuentos a empresas, ya que cuando necesitan una traducción la pueden deducir como gasto y deducirse el IVA que pagan, igual que se deducen cualquier gasto necesario. Aunque alguna vez sí me ha pasado que me han pedido un descuento para una traducción particular, y luego me han pedido que haga la factura a nombre de la empresa. Claro que esas prácticas sólo se las pueden permitir los empresarios.